La enfermedad de Alzheimer neurodegenerativa es la forma más común de demencia, que generalmente ocurre en personas mayores de 65 años. Aproximadamente 24 millones de personas en todo el mundo padecen esta enfermedad, que lleva el nombre del médico Alois Alzheimer. Se descubrió la enfermedad por primera vez en 1906.
Alzheimer: ¿Qué sucede en el cerebro?
En los pacientes con Alzheimer, las células nerviosas del cerebro mueren gradualmente, lo que hace que el cerebro se encoja hasta de un 20 por ciento. Al mismo tiempo, los ventrículos cerebrales se expanden y los surcos contorneados en la superficie del cerebro se profundizan.
Este proceso de descomposición comienza en el cerebro olfatorio (rinencéfalo) y luego se extiende a las regiones cerebrales que se encargan de la memoria. En la etapa final, toda la superficie del cerebro se ve afectada.
La muerte celular a menudo afecta primero a la estructura cerebral más profunda o al núcleo basal. Sus células nerviosas producen el mensaje nervioso acetilcolina. Si hay una falta de acetilcolina debido a la muerte celular, el procesamiento de la información se altera y se producen trastornos de la memoria a corto plazo.
Hoy en día sabemos que se pueden encontrar dos tipos diferentes de depósitos de proteínas en las regiones cerebrales afectadas que son responsables de la muerte celular. Sin embargo, no está claro por qué se forman estos depósitos de proteínas.
En algunos vasos sanguíneos y entre las células nerviosas se forman placas insolubles de la proteína beta-amiloide, cuya función aún se desconoce. En las personas sanas, el cerebro descompone esta proteína, pero no sucede lo mismo en los pacientes con Alzheimer. En las personas que padecen de la enfermedad, en cambio, la proteína se deposita en el cerebro, donde inhibe el suministro de oxígeno y energía, provocando la muerte de las células nerviosas.
Por otra parte, las llamadas ‘fibrillas tau’ se forman en el cerebro de las personas afectadas. Son fibras insolubles de la proteína tau que perturban los procesos de transporte y estabilización en las células cerebrales.
Alzheimer: ¿Cuáles son los factores de riesgo?
El principal factor de riesgo de la enfermedad es la edad. Al menos una de cada cinco personas entre 80 y 90 años se ve afectada por el Alzheimer. Entre los mayores de 90 esta cifra es incluso superior al tercio. Por el contrario, solo el dos por ciento de las personas de 65 años se ven afectados por este padecimiento.
Los expertos asumen que la edad por sí sola no causa la enfermedad, pero que también intervienen otros factores de riesgo tales como:
Hipertensión
Diabetes
Aumento del nivel de colesterol
Calcificaciones vasculares (arteriosclerosis)
Nivel elevado de homocisteína en sangre
Causas genéticas
Otro factor de riesgo es el estrés oxidativo. Esto provoca compuestos de oxígeno agresivos, que a su vez juegan un papel importante en la formación de depósitos de proteínas en el cerebro.
También se cree que la inflamación crónica en el cuerpo podría aumentar el riesgo de Alzheimer, ya que promueve la formación de depósitos de proteínas. Sin embargo, también se sospecha que las infecciones cerebrales causadas por virus o lesiones en la cabeza desencadenan la enfermedad.
Síntomas y etapas del Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer se divide en tres etapas:
Etapa inicial o temprana: los primeros signos de la enfermedad son pequeñas lagunas en la memoria a corto plazo. Por ejemplo, las personas con la enfermedad de Alzheimer no pueden recordar lo que se dijo en la última conversación o pierden cosas y no pueden volver a encontrarlas. También pueden tener problemas para orientarse y encontrar palabras. Todas estas cosas pueden asustar a las personas afectadas y hacerlas reaccionar con resistencia, depresión, retraimiento o agresión.
Etapa intermedia: Los problemas de memoria aumentan. Además de la memoria a corto plazo, también se altera la memoria a largo plazo, lo que significa que los rostros familiares, por ejemplo, se reconocen con menos facilidad. La orientación espacial y temporal también se deteriora y los afectados necesitan cada vez más ayuda en la vida cotidiana. Muchos pacientes también experimentan una necesidad pronunciada de moverse y una fuerte inquietud. Algunos incluso desarrollan creencias o miedos delirantes.
Etapa tardía: en este punto de la enfermedad, los pacientes tienen una necesidad absoluta de atención. El habla es muy limitada y aumentan los problemas para respirar, masticar y tragar. Además, las extremidades se ponen rígidas, lo que hace que los pacientes estén postrados en cama. También pierden el control de la vejiga y los intestinos. Ya no reconocen a los familiares u otras personas cercanas a ellos. A medida que el sistema inmunológico se debilita, las infecciones también son comunes.
Diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer
Hasta la fecha, no existen pruebas de laboratorio específicas o pruebas individuales que se puedan utilizar para hacer un diagnóstico claro de la enfermedad de Alzheimer. Si se sospecha de que alguien sufre este padecimiento, por lo general, se lleva a cabo una discusión detallada primero con el médico de familia del paciente, quien luego deriva al paciente a un neurólogo.
Para descartar otras enfermedades, el médico primero examinará al paciente de forma rutinaria y realizará una entrevista detallada del historial médico. Si se pueden excluir otras causas, se pueden usar varias pruebas (prueba de vigilancia, prueba de estado mental mini, DemTect) para determinar si hay demencia. Sin embargo, estas pruebas no pueden diferenciar entre otras formas de demencia, como la demencia vascular. Por lo tanto, se utilizan procedimientos de imagen como la resonancia magnética (MRI) y la tomografía computarizada (CT). Estos se pueden usar para verificar si ha habido una pérdida de materia cerebral, lo que confirma la sospecha de demencia.
Los diagnósticos de LCR también proporcionan resultados relativamente fiables. Se toma una muestra del líquido cefalorraquídeo en la columna lumbar y luego se examina en el laboratorio. Si las proteínas amiloide y tau en el líquido cefalorraquídeo están alteradas, es muy probable que la enfermedad de Alzheimer esté presente.
¿Cuál es la diferencia entre la demencia y el Alzheimer?
En el lenguaje común, los términos Alzheimer y demencia se utilizan como sinónimos. Sin embargo, existen más de 50 formas diferentes de demencia.
Lo que todas las formas de demencia tienen en común es que existe un deterioro permanente o progresivo de la función cerebral. Se hace una distinción entre demencia primaria y secundaria. Mientras que la demencia primaria, como la enfermedad de Alzheimer, tiene su origen en el cerebro, la demencia secundaria es causada por otra enfermedad, por ejemplo, la adicción al alcohol.
Alzheimer: tratamiento y terapia
No existe cura para el Alzheimer. Por eso la terapia tiene como objetivo ayudar a la persona a afrontar su día a día durante el mayor tiempo posible. Para mejorar la calidad de vida, se utilizan fármacos y terapias no farmacológicas.
Se supone que los llamados inhibidores de la colinesterasa, como la rivastigmina o el donepezilo, bloquean una enzima en el cerebro que descompone la sustancia mensajera acetilcolina. Sin embargo, la falta de acetilcolina solo se puede compensar en las etapas tempranas y medias de la enfermedad. Esto hace que sea más fácil para la persona afectada realizar las actividades diarias y mantener el rendimiento mental durante más tiempo.
Algunos expertos en la investigación del Alzheimer suponen que las personas con Alzheimer tienen un exceso de la sustancia mensajera glutamato en sus células cerebrales. Esto podría contribuir a la muerte de las células cerebrales. Esta es la razón por la que las personas con Alzheimer de moderada a grave a menudo reciben el principio activo memantina, que, como los inhibidores de la colinesterasa, puede retrasar el deterioro de las capacidades mentales.
En algunos casos, los médicos prescriben neurolépticos como haloperidol o risperidona para aliviar diversos síntomas de la enfermedad como ansiedad, miedo, agresividad o pasividad. Sin embargo, estos medicamentos tienen efectos secundarios graves. Entre otras cosas, pueden aumentar el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, por lo que se necesita una vigilancia estrecha.
Muchas personas afectadas también sufren depresión y síntomas relacionados. Para aliviar estos síntomas, los pacientes a menudo reciben antidepresivos como paroxetina, sertralina o citalopram.
Tratamiento no farmacológico
Para que los pacientes de Alzheimer puedan llevar sus propias vidas durante un cierto período de tiempo se utilizan varias terapias:
Entrenamiento cognitivo
Entrenamiento de orientación a la realidad
Terapia conductual
Obra autobiográfica
Ergoterapia
Fisioterapia
Arte y musicoterapia
Alzheimer: curso de la enfermedad y pronóstico
En promedio, la demencia de Alzheimer conduce a la muerte después de unos ocho a diez años. Algunas personas desarrollan la enfermedad mucho más rápidamente y otras la desarrollan más lentamente.
En términos generales, cuanto más tarde se enferma una persona, más breve es la evolución de la enfermedad.
Estudios sobre los efectos neuroprotectores del cannabis en el Alzheimer
Se cree que este tipo de demencia está asociada con el estrés oxidativo, inflamación del tejido nervioso (neuroinflamación) y excitotoxicidad. Este último describe la nocividad de neurotransmisores como el glutamato, que contribuyen a la muerte de las células nerviosas. Especialmente en los últimos años, las propiedades neuroprotectoras (protectoras de las células) de los cannabinoides han atraído mucho interés.
Se han observado cambios en el sistema endocannabinoide en el cerebro de pacientes con Alzheimer. Esto podría indicar que el sistema endocannabinoide contribuye al desarrollo de la enfermedad o se ve alterado por ella. Por ejemplo, los cannabinoides de la planta de cannabis podrían reducir el estrés oxidativo y proteger las células nerviosas de los efectos nocivos de la beta-amiloide. Por tanto, los cannabinoides podrían ofrecer un enfoque multifacético para el tratamiento del Alzheimer.
El foco principal de la investigación ha sido el cannabidiol (CBD), es decir, el cannabinoide no psicoactivo (CBD). Por ejemplo, los investigadores estudiaron el efecto del CBD en células cultivadas de ratas en un estudio. Después de exponer las células a beta-amiloide, observaron una marcada reducción en la supervivencia celular. El tratamiento de las células con CBD antes de la exposición al beta-amiloide también aumentó significativamente la supervivencia celular.
Lo que es particularmente interesante es que los investigadores italianos incluso creen que el CBD podría promover la neurogénesis, el crecimiento de nuevo tejido nervioso (3). Usando el modelo de rata, pudieron demostrar que el CBD interactúa con los receptores activados por el proliferador de peroxisoma (PPARγ), que se encuentran en el núcleo celular.
Al bloquear PPARγ, el CBD podría reducir significativamente el efecto sobre el daño neuronal. Además, los investigadores observaron que el CBD estimula la neurogénesis del hipocampo debido a la interacción con PPARγ. Estos resultados muestran que el receptor probablemente parece jugar un papel importante en la mediación de las acciones del CBD.
También se han realizado estudios con el componente psicoactivo de la planta de cannabis, el THC. El objetivo de un estudio fue evaluar las posibles cualidades terapéuticas del tetrahidrocannabinol (THC) para ralentizar o detener la demencia de Alzheimer (4). En ensayos celulares, los investigadores encontraron que este cannabinoide podría reducir los niveles de amiloide en dosis bajas.
Se necesita más investigación
La investigación sobre los efectos del cannabis en la demencia de Alzheimer aún está empezando, pero el interés es grande. Ya se han iniciado estudios interesantes. Por ejemplo, en la Universidad de Notre Dame en Australia Occidental, donde participan 50 personas con enfermedad de Alzheimer o demencia leve están investigando el efecto de un fármaco a base de cannabis de MGC Pharmaceuticals, que fue desarrollado específicamente para el tratamiento de la demencia de Alzheimer.
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Fuente: https://www.kalapa-clinic.com/enfermedad-de-alzheimer-cannabinoides/
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